-El
escultor japonés Hanamuna Masakichi (1832-1895), al enterarse de que
moriría inminentemente de tuberculosis, quiso hacer un obsequio
a su amada y pensó en algo especial, que lo eternizara por siempre jamás.
Para ello Masakichi realizó el autorretrato escultórico con la mayor exactitud que se haya visto jamás.
Para ello Masakichi realizó el autorretrato escultórico con la mayor exactitud que se haya visto jamás.
Sin
dudarlo un instante, se puede afirmar que es la primera obra "hiperrealista" de la Historia del Arte.
Con suma paciencia Masakichi, talló más de 2000 piezas de madera, copiando meticulosamente cada parte de su cuerpo mediante espejos, logrando una exacta y fiel réplica de su ser. Cada pieza fué ensamblada y encolada, sin un sólo clavo, con la unión "Cola de Milano" (una unión muy común en carpintería que emula la cola de un milano).
Ni con lupas se pueden ver las uniones casi perfectas de cada segmento de su cuerpo. Piel, arrugas, venas, huesos, todo fué copiado con máximo rigor por el artista nipón. Reprodujo incluso los poros de su piel, agujereando la madera e introdujo cada uno de los pelos de su cuerpo en el lugar que les correspondían en su clon. En su agonía creativa llegó a quitarse las uñas de pies y manos e incluso los dientes, para implantarlos en su "alter ego" de madera y así duplicarse para la eternidad.
Quienes vieron a la obra y al artista juntos, no pudieron adivinar quién era quién.
Masakichi murió, diez años después de acabada la obra.
Masakichi fué otra víctima de un diagnóstico médico erróneo.
Con suma paciencia Masakichi, talló más de 2000 piezas de madera, copiando meticulosamente cada parte de su cuerpo mediante espejos, logrando una exacta y fiel réplica de su ser. Cada pieza fué ensamblada y encolada, sin un sólo clavo, con la unión "Cola de Milano" (una unión muy común en carpintería que emula la cola de un milano).
Ni con lupas se pueden ver las uniones casi perfectas de cada segmento de su cuerpo. Piel, arrugas, venas, huesos, todo fué copiado con máximo rigor por el artista nipón. Reprodujo incluso los poros de su piel, agujereando la madera e introdujo cada uno de los pelos de su cuerpo en el lugar que les correspondían en su clon. En su agonía creativa llegó a quitarse las uñas de pies y manos e incluso los dientes, para implantarlos en su "alter ego" de madera y así duplicarse para la eternidad.
Quienes vieron a la obra y al artista juntos, no pudieron adivinar quién era quién.
Masakichi murió, diez años después de acabada la obra.
Masakichi fué otra víctima de un diagnóstico médico erróneo.
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